Con su increíble estructura de hormigón y cristal, el museo de Salvador Dalí en Florida se considera también excéntrico, al igual que el gran artista español. Abierto desde el 11 de enero 2011, el edificio propone descubrir numerosas obras del pintor en un universo muy original. Entre las cosas originales encontramos una inmensa escalera helicoidal.
Fue a las 11h00 del 11 de enero de 2011, que el Salvador Dalí Museum situado en Saint-Petersburgo (Florida) abrió sus puertas al público.
Reemplazando un antiguo edificio construido en 1982, el monumento, realizado por el arquitecto Yann Weymouth de la agencia HOK, se distingue por la oposición de sus dos principales materiales: el hormigón y el cristal. Un contraste en homenaje al pintor catalán. “Esta dualidad es algo que a menudo encontramos en las obras de Dalí, parecía pues lógico jugar con ambos aspectos. Uno es fuerte, brutal, hormigón desnudo y el otro es mucho más delicado, como una tela, un flujo, un centelleo, una forma casi fluida de cristal», explica el arquitecto, conocido por haber trabajado con Ieoh Ming Pei en la Pirámide del Louvre en Paris.
Así, en este estuche moderno y de diseño de 20.000 m2 donde reina un atrio geodésico, los admiradores del pintor catalán pueden descubrir o redescubrir 96 pinturas al óleo, más de 100 acuarelas, dibujos, numerosas esculturas, fotografías y objetos de arte… Es decir, una de las colecciones más importantes del artista fuera de España.
Un edificio engalanado contra los huracanes.
Si la imponente arquitectura de este gigante escultural está en adecuación con el personaje de Salvador Dalí, también cumple plenamente su función de museo. Si el antiguo edificio presentaba peligros, particularmente el de las obras amenazadas por los huracanes y la subida de las aguas, el actual museo de Salvador Dalí en Florida se apoya en innegables calidades de construcción entre las cuales se encuentran un tejado, puertas y paredes de hormigón especialmente creadas para resistir a huracanes de categoría 5.
Otro elemento importante que destacamos: la escalera en espiral, recordando una de las obsesiones de Dalí por las hélices del ADN, que lleva hasta el tercer piso donde son almacenadas obras de arte al amparo de las inundaciones. Además, el proyecto no ha olvidado desarrollar características sostenibles: aspecto bioclimático, paneles solares para el agua caliente de los aseos, detectores de presencia para la luz y la recuperación del agua de lluvia.
Al final, han sido necesarios dos años y un presupuesto de cerca de 30 millones de dólares para ofrecer al excéntrico y egocéntrico Dalí, su sueño americano.